Es toda una tentación entrar en un lugar y verte rodeado de
productos exclusivos, bien seleccionados y con una atención exquisita.
Esto es lo que me sucedió hace unos días cuando visite por
primera vez Marídame, en la calle Santaló 1, esquina con Travessera de Gràcia.
Acudí a la llamada de María Galán e Isa Rendé sin dudar que me
iba a encontrar con algo diferente. Ciertamente fue así, ya que este nuevo
refugio para el gourmet ideado y creado por Leonardo González ocupa un hueco
inexistente en Barcelona.
El nombre de la tienda nace del maridaje entre la selecta
carta de productos – quesos, patés, salmón, embutidos etc. – con una referencia
de 200 vinos.
Además una gran novedad del espacio es el poder saborear una
copa de un vino de primera calidad a
través de un dispensador. Con una tarjeta, que se puede cargar, introduces la
misma en los vinos seleccionados para poderlos disfrutar. Puedes acudir a
Marídame y comer un buen bocadillo de jamón ibérico, comprar unas buenas
anchoas del cantábrico y tomarte un copa utilizando el dispensador.
Otra novedad de la tienda, es el área de experiencias, donde
se realizan actividades como catas, cursos y talleres alrededor del vino y sus
maridajes. Por supuesto hay otras 2 zonas, la tienda propiamente dicha, y el
área de degustación.
La tienda cuenta con un asesoramiento de primera categoría a
cargo de Francesc Ortiz, sommelier responsable del espacio, con la colaboración
de Lluís Manel Barba enólogo y también sommelier.