A lo largo de mi vida profesional he trabajo en muchos medios
audiovisuales, y afortunadamente nunca me he topado con la censura excepto en
un ocasión. Los temas de Casa Real siempre fueron tratados con pulcritud, con
respeto a una institución que nos llegó sin pasar por las urnas. Los dirigentes
de periódicos, tv y radios prefirieron no tener problemas con la monarquía
ofreciendo noticias tamizadas, sobre todo en cuestiones personales de la Casa del
Rey. La llegada de la periodista, Letizia Ortiz, dio un vuelco total a estas
consignas y el filtro respecto a esta institución se hizo grande.
Muchos comentaristas, como yo especializados en temas de
sociedad, tuvimos que “callar·” muchas cosas solo pudiendo dar informaciones
sobre actos puntuales sin comentar aspectos personales de los miembros reales.
Eso fue en una determinada época, uno mismo se imponía la auto censura para no
tener dificultades. La llegada Letizia, ahora nuestra futura Reina, cambió por
completo estas consignas. Hablamos y se habló de su divorcio, de su faceta
agnóstica, de sus correrías nocturnas y muchas cosas más.
Afortunadamente hoy tenemos una casi total transparencia y
ese “miedo” a decir cosas ha pasado a un segundo plano. Así en esta época se ha
podido hablar del escándalo del Caso Nóos, de los “amores” del Rey, o de las
relaciones entre las Infantas y la Princesa de Asturias.
Gracias a la llegada de Letizia hemos podido expresar nuestra
indignación sobre los negocios “poco claros” de Iñaki Urdangarin y la Infanta
Cristina, y su “retiro” de oro en Suiza, algo que clama al cielo.