La Princesa
de Asturias es este verano motivo de múltiples comentarios por sus “desaires” y
“sus huidas” sin previo aviso. Esta situación ha levantado una gran polvareda
incluso se ha especulado con una hipotética crisis con Felipe de Borbón. Yo os
voy a contar lo que sucedió en un reciente encuentro en Girona con motivo del
Impulso Fórum 2013.
Sin ánimo de
criticar, mi intención es contar la actitud que adoptó la Letizia, según me han
explicado gente que la vio muy de cerca. Empezamos con lo positivo, la futura
Reina siempre tenía una sonrisa cuando estaba delante de un auditorio de gente
y ejerciendo sus funciones alejada del “gran foco” mediático su actitud era
distinta.
Por ejemplo
a la hora de desayunar llegaba rodeada de “séquito"” pero casi no saludaba al
resto de personas que aquella hora tomaban su café en el hotel. Era temprano y había poca concurrencia en el comedor, su cara era más bien contrariada. ¿Sueño,
tal vez? A pesar de la leyenda que corre sobre ella, comía con apetito y sin
privarse de nada.
Otro de los
aspectos “negativos” de la ex periodista fueron sus “fugas”, en alguna ocasión
dejaba sólo a su marido, sin previo aviso ante la sorpresa de muchos. Incluso
se oyó decir a los agentes de seguridad “¿dónde habrá ido ahora?”.
Así las cosas las idas y venidas de Letizia Ortiz son vistas
con “cuentagotas”, diez años después de su compromiso oficial con el heredero a
la corona. Nadie entiende el abanico de “caras” de la Princesa que sabe cuándo
tiene que sonreír y cuando no, una lección muy bien aprendida.