Ha llovido muchos desde que la competición náutica era
patrimonio de la familia de cosméticos Puig y Palma de Mallorca se rendía ante
ellos. Pasados los años y tras la tormenta del Caso Nóos, la familia real
española y concretamente los Duques de Palma son “repudiados” por los
palmesanos. En los años 90 agosto era la fecha en la que la capital mallorquina
se vestía de glamour, para albergar a todos los participantes con sus
embarcaciones.
Era común cruzarse en las instalaciones del Club Náutico con el
Rey, el Príncipe Felipe y las Infantas que de manera informal se relacionaban
con todo el mundo. Yo mismo podría contar multitud de anécdotas al respecto que
llenaron mis crónicas de radio durante aquellos veranos. Puig cosméticos y su
rrpp de entonces, María Dolores González, nos invitaba a “todo lujo” a seguir
las regatas alojándonos en el maravillo Hotel Sol Meliá en el paseo marítimo de
Palma. Entre regata y regata nos dábamos baños en alta mar siguiendo de cerca a
las embarcaciones y de noche nos escapábamos a Puerto Portals.
En esta zona
turística, visita por los veraneantes vips, seguíamos la pista al Rey y su
corte. Recuerdo una noche, en una discoteca de Portals, haber bailado en la
pista al lado de las Infantas, el Príncipe y sus primos de Grecia. Don Felipe
se desenvolvía muy bastante bien moviendo su “body” y las Infantas se hacían
dueñas de la pista, sobre todo Doña Elena. El día de la entrega de trofeos, era
muy fácil acercarse a toda la familia real, e incluso poder cruzar algunas
palabras con la Reina y Don Juan Carlos. Los tiempos han cambiado, Puig ya no
apuesta por esta regata y a la presencia real es cada vez más restringida. A
pesar de ello la competición sigue llevando el nombre del monarca y este verano
llega a su 32 edición.